jueves, 21 de mayo de 2009

Lia y Rondel

Salíamos de la cama desnudas, posaba mi mano en un lateral para incorporarme, estaba aturdida por la fiesta de anoche y me di cuenta que ella se encontraba igual, parecía que no nos acordábamos de mucho, por lo menos eso parecía. Tenía imágenes fragmentadas de su boca, de sus pechos en la mía, gemidos en mis oídos, los míos. Me dolía la parte interior de los muslos, había estado abierta de piernas toda la noche, me dio gusto recordarlo; al verla tumbada, medio despierta y totalmente desnuda, me entraron ganas de seguir abierta unas cuantas horas más; las agujetas se quitan con mas ejercicio…
La deje dormir, me fui al baño y abrí el grifo de la ducha. Me merecía una relajante ducha caliente, para tonificar mis músculos que habían estado trabajando toda la noche.
Mientras me caía el agua caliente por la nuca, recordaba sus besos y las caricias largas y pausadas por mi cuerpo, como sus manos recorrieron todos los recovecos de una carne que parecía muerta. La excitación subía entre mis piernas y hacia erizar el bello de mi piel. El agua caía por mis ojos cerrados que rememoraban imágenes de piel, de sexos unidos, de placer.
La cortina de la ducha se abrió lentamente, abrazo mi cuerpo desnudo y caliente contra el suyo frio; la deslice bajo el agua para que se mojase conmigo, me beso. Su lengua abrió mi boca, sin resistencia lo consiguió, me encanta que juegue conmigo así. Salió y fue deslizándose desde la barbilla, poco a poco más abajo, más y más; hasta que consiguió sentarme en el borde de la bañera, apoyar mi espalda en los azulejos que resbalaban mis caderas hacia su boca. El placer encogía mi estomago, los músculos de mis piernas se tensaban y abrían hacia ella, mas dentro. Me inundaba un calor que subía por mis senos, por los brazos, las manos apretadas, se cerraban en un puño. El corazón palpitaba en mis sienes al mismo ritmo que lo hacía en mi vagina. Ya lo tienes, es tuyo.
Te lo voy a dar, ahora!
….
Llamaron a la puerta.
Era Eva…siempre triste…por su amor.

Eva

Ayer estaba sentada en la silla, esa tan incómoda, leyendo un libro muy raro, tenía aspecto de aburrido. La invite a tomar un café pero la verdad es que no acepto como mucha gana, o por lo menos eso me pareció a mí. Creo que le interrumpí la lectura y no le sentó demasiado bien.
Siempre me enamoro de las que me odian.
No dejo de sufrir por su indiferencia, por su distancia, por la evasión de sus ojos a los míos; me gustaría poder decir que puedo largarme y no volver a verla, olvidarme de este sitio, de estas personas; podría hacerlo, tengo los medios suficientes como para decidirlo ahora mismo. Pero prefiero sufrir y verla, que sufrir por no verla nunca más.

Azul

L a silla es bastante incómoda, pero es que el sofá lo han llevado a arreglar; alguna bestia había pensado que se podía saltar en él, y claro cedió, se abrió por todas su partes.
El libro es un poco aburrido, me cuesta pasar de párrafo a párrafo, pero no tengo otra cosa mejor que hacer; bueno en mi mente sí, pero mi mente no es la realidad.
Noto que alguien me rescata de mi tediosa lectura, un dedo se posa entre las páginas que leo y aparta el libro de mí.
- ¿Qué lees?
- …
- ¿Te he desconcentrado?
- Azul
- ¿?
- Se llama Azul, el libro – como tus ojos, que nunca consigo saber que me quieren decir
- Vente a tomar un café
- Si…-voy contigo a los siete infiernos

### 15:00.pm ###

Entro en la habitación, busco donde puede estar el libro. Hay una estantería que ocupa toda la pared de enfrente, está plagada de libros; tengo que ponerme a leer los títulos uno a uno para poder encontrara el que busco, porque no tengo ni idea de en qué parte esta.
Mis dedos recorren suavemente sus lomos rugosos, algunos me atraen con sus títulos sugerentes…Azul…me recuerda a ella.

Los Placeres Lejanos

Estoy sentada en el poyete de la ventana, miro por una inmensa cristalera, la observo de cerca; miro su pelo largo y negro, le cae lentamente por los hombros unos mechones como descuidados, perfectamente alineados con el escote; el azar puede llegar a ser muy perverso.
Los dedos de sus manos se entrelazan en su pelo, lo aparta suavemente de su frente, cae sobre unas pestañas negras que cuidan unos ojos con matices verdes y azules, como un mar donde me pierdo durante eternidades.
Pero me pierdo…me pierdo en cada detalle , en cada arruga, cada punto perfecto o imperfecto que la conforma….digo me pierdo por que hablaba de sus manos , de sus dedos delgados, su frágil estructura que toca su piel, que lava su cuerpo, viste sus senos…masturba su sexo. Una mano que me gustaría poseer, desearía que se deslizase, despacio y cálida entre las sabanas que me cubren de noche; en una cama donde hay un sitio vacio con su nombre.
Su cuerpo ocupa mis sueños, una mente que turba mis sentidos y satura mis estados diurnos.
No acercarme es mi escudo, si lo hago mis ojos se inundan de placer y me delatan, mi respiración se vuelve inconforme, porque quiere ser profunda junto a ella. Me convierto en un monstruo de placer y deseo que se esconde como un depredador observando.
Veo como me llaman, despierto y me doy cuenta de mis puños cerrados, de mi tensión corporal…hace calor.
Bajo lentamente las escaleras, más despacio de lo habitual; lo habitual al resto del mundo; espero que ella se haya ido cuando llegue.
Me paro en un mostrador de madera de hace siglos, observo grietas, miro papeles; ella está aquí, no quiero mirar sus ojos, concentrarme en ser distante y antipática. Siento como su cuerpo se mueve lentamente, inconsciente, hacia mí…
No me puede rozar, si lo hace, creo, voy a perder el control de mi voluntad.